La Esperanza para el Cuarto Mundo

Todo esfuerzo de futuro se convierte en algo ridículo

¿No es cierto que si el Hijo de Dios se hubiera encarnado en nuestra época, en las zonas donde se encuentra hoy el Cuarto Mundo hubiéramos encontrado el pesebre y el Gólgota?

«Esa Navidad», decía el Sr. Beauchamp, que ha ocupado la parte central de nuestra primera meditación, «esa Navidad en la que no tenía nada que ofrecer a mis hijos y en la que había una mesa pobre como el resto de los días, esa Navidad tejida de humillación y de privación, tal vez sea eso, la Encarnación».

Su soledad, el sufrimiento mudo por sus hijas e hijos, por su mujer que ya no aguanta más, ¿no es eso, sin duda, también el Gólgota?

Revelación de una fe soterrada en el interior del hombre, pero que emerge de repente como un resplandor, prohibido para nosotros, puesto que ya no nos atrevemos a esperarlo. Pero esta fe, ¿acaso se transforma en un proyecto de vida?, ¿se puede convertir en proyecto de eternidad? ¿Se transforma en el proyecto de Dios, y por consiguiente, en esperanza?

Para meditar sobre la esperanza, sobre la posibilidad de la esperanza para el Cuarto Mundo, vamos a proseguir nuestro camino con otra familia amiga.

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