«En el siguiente extracto de una reunión de formación en 1962, el padre Joseph Wresinski invita a las y los voluntarios permanentes que intervienen en el asentamiento de Noisy-le-Grand a descubrir la resistencia de las madres ante la extrema pobreza. Explica por qué la acción que se lleva a cabo en este asentamiento se dirige, en primer lugar, a apoyar la lucha diaria de estas mujeres».

Pero, ¿por qué hemos empezado nuestra acción por las mujeres? Creo que las mujeres son el eje central que permanece cuando la familia se ve sumida en la extrema pobreza.
Solo las mujeres son capaces de mantenerse en pie ante tal miseria. Los hombres se derrumban, abandonan, pero las mujeres siguen en pie y salvarán a su familia independientemente de lo que ocurra. Llevo toda mi vida viéndolo. Puede que ustedes no piensen lo mismo que yo, pero es lo que he vivido.

Las mujeres poseen una especie de energía que conservan, pase lo que pase. Aquí no hay una sola madre que no haya sufrido algún golpe extremamente duro. Se podría escribir un libro con la historia de cada una de ellas. Sin embargo, mantienen una extraordinaria compostura. Tienen dignidad y, si nos fijamos mejor, elegancia.

Mirad a la señora H. Hace mucho que su marido no trabaja y ella es quien va todas las mañanas a las cinco a la fábrica y
regresa a casa a las siete de la tarde. Lo hace porque tiene un hijo. Aguanta todo porque tiene un hijo.

De todos modos, las mujeres no son la solución a la extrema pobreza, no tienen el remedio en sus manos. Son el último baluarte contra la extrema pobreza, que es algo completamente distinto.
Son el eje central de la resistencia contra la extrema pobreza. Si consiguen imponerse, la familia puede aguantar. No pueden transformar a los hombres, pero la familia cambiará, respirará.

  • No son una solución a la extrema pobreza, sino una repuesta al llamamiento de las familias a vivir con dignidad.

Y nuestra acción es también una forma de reconocer y proclamar su dignidad.

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