Autor: Joseph Wresinski
Descripción: Editorial Revista Igloos nº105-106, 2.º trimestre de 1979
Pocas personas tienen una experiencia de vida tan precoz, diversa y fundamental como la de los niños y niñas del Cuarto Mundo.
- Desde la infancia conocen la lucha por la supervivencia, el precio del amor, la angustia de la soledad y el sufrimiento, los mecanismos de la violencia. Desde la infancia saben que son responsables de su propia persona y su gente, y conocen ya el peso del fracaso y de la culpabilidad.
Y, sin embargo, no «saben» nada.
En la escuela forman parte, casi sistemáticamente, del mal alumnado, el que no es interesante. A medida que vayan creciendo, se los irá clasificando como ignorantes o incapaces, hasta el punto que dirán de sí mismos: «Soy de esas personas con quienes no se puede hacer nada…».
Saber es ante todo ser consciente de ser alguien, poder dar sentido a lo que vivimos, a lo que hacemos, podernos expresar.
Saber es tener un lugar en el mundo, conocer nuestras propias raíces, reconocernos como miembros de una familia.
Saber es, por lo tanto, poder participar de lo que son y hacen las demás personas.
Quien no pueda hacer oír sus ideas porque no las puede expresar se convierte en el juguete de todos los poderes arbitrarios, se somete a las ideas de las demás personas, en su esclavo.
Desde hace tres generaciones, la sociedad se ha esforzado por ofrecer instrucción, no solamente a una clase privilegiada, sino al conjunto de la nación. Sin embargo, este esfuerzo no ha beneficiado a la clase subproletaria y esta es la mayor injusticia que se le pueda hacer, dejar que siga siendo incapaz de controlar sus ideas y las de los demás.
Ante esta situación, el Movimiento ATD Cuarto Mundo no podía ser otra cosa más que un movimiento de lucha por el saber.
Una de las principales preguntas que nos debemos plantear es: ¿por qué las niñas y niños del Cuarto Mundo permanecen al margen del saber? ¿Qué es lo que significa para ellas y ellos aprender, elaborar sus ideas a partir de lo que aprenden, ideas de vida y de lucha?
¿Cómo construirán un pensamiento social que se convierta en un pensamiento de amor, para salir de su aislamiento y que les permita captar el pensamiento de sus semejantes y construir una alianza de corazón?
Llevar el saber al subproletariado no es poca cosa; significa entrar en la gran corriente nueva de las próximas décadas cuando el estudiantado vuelva, por fin, a la fase primera del pueblo para compartir su conocimiento y sentir la verdad, ya que hay saberes que no son más que mentiras porque no se insertan nunca en la vida.
También significa restituir al Cuarto Mundo la conciencia de su existencia, de que sus sufrimientos, esperanzas, su lucha, tienen sentido tanto para sí mismos como para toda la humanidad (…).
Si el subproletariado como clase está a la merced de todas las políticas es porque no sabe nada de la sociedad, de la vida en común, de la forma en la que se construye la relación con su vecindario.
Incapaz de relacionarse, no puede amar, es violento, está sometido a su presente y no tiene control sobre su futuro.
Y, ¿cómo puede ganar un salario quien no ha aprendido a dirigir sus gestos ni sus ideas?, ¿cómo puede alguien vivir sino en la indigencia si, desde la infancia, nunca ha aprendido a tener éxito en las cosas más simples que emprende?
Saber es comprender lo que somos, lo que vivimos, poder compartirlo con las demás personas, vivir experiencias de las que no se sale con humillación, sino con orgullo.
Este tipo de saber es la condición fundamental para cualquier promoción, para cualquier vida humana digna de ser vivida.
Por ello es lo primero que se nos pide que compartamos: no es social, ni espiritual, ni ningún otro contenido humano que pueda recibir una persona ignorante.
La verdadera equidad significa querer que las demás personas tengan el mismo poder intelectual que nosotros, es hacer que el Cuarto Mundo sea un grupo de personas capaces a su vez de crear un entorno en el que cada persona pueda unirse para crear algo nuevo y diferente de lo que han vivido hasta ahora.