Todo nació de una vida compartida

En su entrevista con Gilles Anouil, el padre Joseph Wresinski cuenta los inicios del Movimiento ATD Cuarto Mundo en el campamento de Noisy-le-Grand.

Gilles Anouil: — ¿Asi el Movimiento lo fundó usted con los mismos interesados?

Padre Joseph: —¿Cómo si no? No crea usted que yo hacía «participación» antes de hora. Yo era de los suyos, de su comunidad. Tenía frío, tenía hambre como ellos. Me ponía en ridículo porque no me aprovechaba de mi condición de sacerdote. Como el día en que estaba sentado en el suelo y una madre de familia se me acercó pidiéndome dinero. No tenía nada que darle y se lo dije. Y entonces se volvió hacia los que pasaban gritando: «Mirad a este cura que no tiene nada que darme…» A un padre de familia que vino a pedirme carbón tuve que decirle que no tenía, que yo también tenía frío. Por poco me mata. Más rápido que él le tendí en el suelo. Esto me valió la reputación de yudoca.

¿Con quién más podía aliarme? Vivía lo intolerable con las familias. No son sucesos lo que acabo de contar. Era lo intolerable, porque duraba. Seis meses se hubiera podido soportar; un año ya no, y a los dos años hubiera sido la rebelión o el abandono y el dejarse hundir con la población. De este temor nació una primera asociación; era una forma de compartir el drama cotidiano. Todo lo que siguió nació de la misma manera, de la realidad, de un colmo de injusticia, del miedo de irse a pique juntos. Todo nació de una vida compartida, jamás de una teoría.

 

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