La historia de las personas pobres se transmite solo cuando estas aparecen en la historia de quienes no son pobres: en periodos de guerras, de plagas, de grandes desastres que afectan a todo un país, o cuando se pone de manifiesto el peligro que suponen los pobres para las personas acomodadas por medio de su violencia o sus revueltas. Más allá de estos acontecimientos, solo ha dejado huellas en los archivos de las obras de beneficencia, instituciones hospitalarias, de la justicia y de la policía. Sin embargo, el subproletariado 1 quiere conservar otra memoria. Quieren tener la posibilidad de referirse a una historia propia y auténtica, una historia que dé fe de las situaciones que han tenido que soportar, de los obstáculos que pese a todo han superado, de los linajes de familias pobres que perduran con valentía y tenacidad. Hablan de los asentamientos de emergencia y tránsito como si fuera el paraíso perdido, para que podamos tomar la medida de su valentía. Saben que el fundamento de su identidad colectiva no es lo duro que ha sido el pasado, sino la resistencia que les ha permitido evitar su destrucción.
Desgraciadamente, la memoria colectiva que el subproletariado conserva de su experiencia es una memoria aislada y sobre la que el resto de la sociedad intenta superponer una imagen opuesta: una memoria de fracaso y humillación. Si la historia de la resistencia ancestral pudiera contarse mejor y establecer relación con la historia general, podría contrarrestar esta otra historia impuesta, que impide al subproletariado asumir las riendas de su futuro. La restitución de su historia puede permitir al subproletariado expresar por fin su esperanza sin exponerse al ridículo.
Al mismo tiempo, el conocimiento de los éxitos actuales acreditará su resistencia y su rechazo colectivo a lo que han vivido. A su vez, esta propuesta se fundamenta en la experiencia del subproletariado que sabe identificar los acontecimientos más significativos para erradicar la miseria. Este conocimiento les devuelve su verdadero papel, el de aliados, personas expertas con experiencia de la miseria y de lo contribuye a su erradicación.
Formulan las preguntas fundamentales acerca de su condición y detentan potencialmente las respuestas. No tanto por su capacidad de análisis, sino porque están en una posición privilegiada a la hora de enfrentarse a una realidad social que rechazan y cuyo cambio persiguen concretamente, cada día.
Reunir los medios para consolidar este conocimiento contribuye, de hecho, a revertir nuestro comportamiento excluyente y facilitar que las personas más pobres participen de otro modo en el juego social.
- [1] Joseph Wresinski usó los términos «subproletarios» y «subproletariado» en el contexto histórico de los años 1960-1980 para referirse a los miembros de las capas más pobres de la población de los países industrializados, que permanecían en gran medida excluidos de las luchas y conquistas de la clase obrera (proletariado)