El “cómo” de un cuerpo de voluntarios.

Extracto de «Reflexiones, comentarios, análisis aportados por Joseph Wresinski en las reuniones de la mañana en Pierrelaye, a partir de los debates de los Assises, publicado en los Dosieres de Pierrelaye julio-agosto-septiembre 1979, rúbrica Líneas de pensamiento y acción, páginas 36 y siguientes».

Tener detrás un Movimiento que piensa, que reflexiona y que nos empuja en este sentido, es una suerte inimaginable, fuente de confianza entre unos y otros.

La trampa del intelectualismo

Pero lo que está en juego es demasiado grave cómo para que no tengamos que estar atentos al mismo tiempo a la trampa del intelectualismo, del eruditismo que también existe entre nosotros.

Es una enfermedad difícil de curar, en la que los síntomas son que las personas ya no se conocen, tienden a convertirse en máquinas, sin ninguna sensibilidad ni juicio; esto es lo que pasa cuando las personas se convierten en ideólogos.

Por suerte, en todos los Encuentros se nota que estamos entre gente consciente, que reflexiona, que no se deja caer en esa trampa porque toman siempre como referencia a la población.

¿Creemos en esta población o no creemos en ella?

Esta es realmente la pregunta fundamental, ya que de ella depende lo justificado de nuestro punto de referencia.

En efecto, todos, en algún momento de nuestra vida en el Movimiento, hemos ido rechazando a la población, incluso insultándola, ya que siempre nos hace darnos de bruces contra el suelo. Pensamos con frecuencia que las cosas están solucionadas, que todo va a ir bien para los niños, las familias y de repente ¡poum! la cosa falla, no queda nada, nos hemos dejado engañar y claro, estamos desanimados, nos sentimos solos, entonces huimos. Pero luego volvemos.

Comprometidos en una utopía

No solamente están los que critican o discuten para no comprometerse sino que también a veces, los padres, los amigos, nuestras relaciones se muestran hostiles o desconfiados: “No te das cuenta dónde te estás metiendo”, “estás desperdiciando tu vida ahí”, “esas familias no merecen la pena”, “es una tontería, estás perdiendo el tiempo”. O si no te dicen: “Eres un idealista”, “necesitas sacrificarte, hablar, pero en el fondo no te lo crees ni tú”, “son tus asuntos, es asunto tuyo, no nos andes comiendo la cabeza”.

Todo esto contribuye a hacerte sentir solo en tu compromiso, un compromiso sin beneficio y sin honor; un compromiso gratuito que se apoya en una utopía, que es creer que la sociedad es capaz de reunir a todo el mundo, sea quien sea: los retorcidos, los que han fracasado, los que tienen éxito, los pelirrojos, los blancos… Y creerlo con pasión, estar convencidos de la importancia de juntarse, unirse, ponerse juntos, y la convicción que SE HARÁ a través de un mismo amor, una única esperanza, una única justicia.

Esta es la convicción que tiene el Movimiento, contra viento y marea, y esto es, evidentemente, lo que desde todas partes se intenta ridiculizar, para dejaros solos en vuestros sueños. Y sin embargo no es un sueño, es una realidad por que es una aspiración común de todos los hombres y mujeres. Porque llevándolo dentro ¿no se realiza ya de alguna manera?

Poder expresar nuestro compromiso

Como nos sentimos incomprendidos, guardamos nuestro compromiso para nosotros mismos, no podemos transmitirlo ni comunicarlo; tampoco podemos vivirlo con las familias que rechazan, que se resisten a nuestros esfuerzos por compartirlo. La miseria los pone en un estado tal de ignorancia, que no pueden comprender el mensaje que les aportamos, el mensaje que nos gustaría hacerles ver.

¿Cuáles son nuestras convicciones, las que nos hacen vivir?

Un pensamiento libre

Si tenemos un pensamiento que se va creando, éste no puede estar condicionado o subordinado a cualquier cosa, ni siquiera a las lecciones recibidas de la población. Somos, cada uno, libres de pensar lo que queramos; no somos un partido con una ideología, una sociología, una pedagogía, una estrategia; somos personas de una filosofía. Es la población, la sociedad, el conjunto de la humanidad la que nos da esta oportunidad. Nos toca a nosotros estar atentos para no subordinarnos a cualquier cosa y convertirnos en robots que piensan esto o aquello.

Reflexiones personales y reflexiones del Movimiento

Dicho esto, no hay que confundir lo que pensamos nosotros con lo que piensa el Movimiento. El Movimiento tiene una reflexión que le es realmente propia, forjada en contacto con los más pobres, forjada por su rechazo al escándalo de la exclusión. Pero nosotros tenemos también convicciones religiosas, filosóficas, reflexiones sobre la Paz, el Amor, la Muerte, Dios, que son personales. No intentemos confundirlas con el pensamiento del Movimiento.

Provocar el pensamiento

Otra dificultad es la escritura. Poner nuestro pensamiento por escrito, supone arriesgarse a fijarlo; por eso siempre pedimos a los permanentes que escriban LO QUE VIVEN, no lo que piensan; lo que cuenta es la vida que nos ofrece gratuitamente la población y nuestra vida en esta vida compartida.

Si un día el pensamiento del Movimiento quedara paralizado por lo que se ha escrito, estaríamos relegándonos a la letra y no al espíritu.

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