Para quienes aman la justicia

Quiero hablarles de un pueblo maltratado, un pueblo maltratado porque lo situamos fuera de nuestra zona de derechos; incomprendido, incluso por quienes tienen la obligación de salir a su encuentro.

Al inicio de esta reflexión sobre el derecho es necesario volver a mencionar este pueblo olvidado, un pueblo que para algunas personas es «el desecho normal de cualquier sociedad», ese pueblo del que me hablaba un noruego hace algunas semanas diciendo: «Por mucho que pongas a una rana en un trono, siempre volverá a saltar al fango».

Esto es el Cuarto Mundo a ojos de nuestra sociedad. Un pueblo deformado por el empobrecimiento, acosado, perseguido de un barrio marginal a otro, de un dispositivo educativo a otro, un pueblo oprimido y que sufre. Sí, afirmo ante vosotros, y los militantes (activistas) Cuarto Mundo conmigo, que este pueblo no ha elegido su condición, una condición que le desespera. De padres a hijos su vida es sufrimiento.

No ha elegido la injusticia, que rechaza con todo su ser, porque el dolor que produce es excesivo. En demasiadas ocasiones ha escuchado decir que «es culpa suya». Es lo que nos han dicho en Ámsterdam, en Marsella, en Hamburgo y en Liverpool. Es lo que dice la sociedad, de siglo en siglo, de las personas más miserables de su tiempo; es lo que se decía en la Edad Media, cuando se obligaba a quienes vagabundeaban a salir de la ciudad antes del anochecer, es lo que se seguía diciendo en el siglo XIX cuando se debía tener cuidado de las «clases peligrosas».

A quienes sufren la miseria más extrema siempre se les ha marginado, expulsado fuera de las ciudades y de las leyes. Esto es el Cuarto Mundo, un pueblo que ha sufrido demasiadas injusticias y que por ello sabe lo que es la auténtica justicia. Todas y todos tenemos la responsabilidad de trabajar para alcanzar una sociedad justa y comprometida con la libertad; programa que cada sociedad y cada generación puede actualizar a la realidad de su momento histórico sin demasiada dificultad. Con esto tendríamos el contenido de nuestro programa; y también su objetivo: volver a incluir a las personas más desfavorecidas en la comunidad humana. Pero no para ofrecerles un lugar cualquiera, sino el espacio principal.

Es necesario que las personas subproletarias pasen a ser nuestra principal preocupación.

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