El destino de Estados Unidos de América

 Vuestro pueblo es originario, nace de estas familias que a lo largo de los siglos se alzaron contra la miseria y la opresión. Al venir a esta tierra intentaban construir la justicia, la fraternidad y la paz. El orgullo y el valor de vuestros ancestros corren por vuestras venas. Además, América está destinada a ser símbolo de libertad, de justicia y de paz. Debéis al mundo la libertad, la justicia y la paz.

En el mundo, con frecuencia se ha traicionado la libertad, la justicia y la paz. Tampoco América ha sido siempre fiel a sus ideales y a su destino. Pero cuando América traiciona, todo el mundo sufre y se ve afectado, y a las personas pobres se las humilla y se desesperan, porque entonces se quedan sin tierra de libertad. Se quedan sin patria, sin ningún lugar donde la libertad pudiera de nuevo posarse, florecer, donde pudiera renacer la esperanza. Esto América no puede ignorarlo, no puede olvidarlo. Los pueblos de la miseria, del hambre, de la ignorancia, de la desesperación, tienen sus ojos fijos en ella. América tiene la responsabilidad de permitir que estos pueblos de la miseria, que constituyen una especie de sexto continente, puedan encontrarse con la libertad, la justicia y la paz.

Esta cita histórica de la miseria con la libertad, la justicia y la paz obliga a América a cambiar su modo de vida, su forma de pensar, su actitud, y también su suficiencia. No ha recibido como misión ser el primer país del mundo, ni el más rico, sino de ser servidor y defensor de todas las personas pobres del mundo, y en primer lugar defensor de las personas pobres de su país, afectadas por el desempleo, la ignorancia, el vagabundeo, los comedores sociales, la beneficencia o el desprecio. Este país, efectivamente, ¿no ha sido elegido por Dios, no ha recibido de Él la misión de destruir la miseria en cualquier parte del mundo donde exista? América está obligada a ello, si quiere tener una justificación histórica, si quiere mirarse al espejo sin vergüenza.

Pero destruir la miseria no es solamente ayudar a las personas con dólares o establecer proyectos de desarrollo en las oficinas del Banco Mundial, proyectos que demasiadas veces solo sirve a los ricos; y tampoco se trata de enarbolar eslóganes. Es, antes que nada, el encuentro de hombres y mujeres. Es salir a su encuentro donde están, no para enseñarles, sino para aprender de ellos la verdad de nuestras convicciones, para aprender de ellos lo que son, lo que esperan de nosotros, para ayudarles juntos a hacer lo que ambicionan.

Espero que sepáis abandonar vuestras seguridades como lo hicieron en otros tiempos vuestros antepasados. Id donde están las personas más pobres del mundo, convertíos en ciudadanas y ciudadanos del sexto continente. Entonces, las personas más pobres tendrán razones para creer en la libertad, en la justicia y en la paz.

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