El pensamiento de los más pobres en un conocimiento que conduce a la lucha

Al volver a veros esta mañana tras las paredes de la UNESCO y agradeceros que hayáis respondido a nuestro llamamiento para reunirnos este mes de diciembre, un mes muy ocupado para todos nosotros, al recibiros así, pienso que hace ya casi 25 años que vosotros, los universitarios, los investigadores científicos, los especialistas, respondéis tan fielmente a la llamada del Movimiento ATD Cuarto Mundo. Casi un cuarto de siglo de fidelidad, de desvelos y de esperanza compartidos por vosotros y por los ámbitos de investigación que representáis.

Nuestro Movimiento, que en 1960 creó su propio Instituto de Investigación, creaba en aquel mismo momento su propia historia de acogida y de colaboración con una red internacional de investigadores exteriores. Estos investigadores llegaron primero como amigos y después se convirtieron en cooperantes a título individual. Después, en 1964, sentimos todos juntos la necesidad de formar un grupo, de hablar y actuar en grupo, para reforzarnos mutuamente y, al mismo tiempo, para tener más peso en el mundo que nos rodea.

Por eso no es nada especialmente original en la historia del Movimiento reunirnos como grupo, como Comité permanente, este mes de diciembre de 1980. Menos, quizá, la idea de permanencia. Y es que, aunque todos estábamos de acuerdo desde hacía ya un tiempo, hasta octubre de 1979 no proclamamos unidos y públicamente la necesidad de ver nacer y consolidarse, en la vida pública internacional, un grupo verdaderamente duradero que asumiera de forma continua una función indispensable en nuestras comunidades nacionales e internacionales.

Sin embargo, no es de la historia del nacimiento del actual Comité permanente sobre la pobreza y la exclusión ni de la necesidad de que tuviera un carácter duradero de lo que quiero hablaros tras daros la bienvenida, con todo mi corazón, esta mañana. De todo eso ya hemos hablado en el Comité y en los subgrupos desde octubre de 1979, y lo esencial de nuestro pensamiento común está recogido en los documentos escritos del Comité.

De lo que quiero hablaros esta mañana es de las funciones del Comité o, más concretamente, de una de sus funciones. Se trata de una función que no ha asumido ninguno de los grupos que os han precedido en nuestro Movimiento (y, por lo que yo sé, ninguna instancia en todo el mundo). Se trata de la función (y yo diría de buena gana del deber) que tienen los investigadores del campo de la pobreza de hacerle un sitio al conocimiento que los más pobres tienen de su propia condición. Hacerle un sitio a este conocimiento, rehabilitarlo como único e indispensable, autónomo y complementario de toda otra forma de conocimiento y ayudarlo a desarrollarse. Y a esta función, ya lo adivináis, se añade otra: la de hacer sitio, rehabilitar y ayudar a consolidarse el conocimiento que pueden tener los que viven y actúan entre los más pobres y con ellos.

Ciertamente no es la primera vez que hablamos con vosotros de estas dos partes de un conocimiento global a las que vosotros añadís una tercera parte: la del observador exterior. No es la primera vez que hablamos de esto, pero, a la vista de los trabajos que nos esperan durante estos tres días y también de los que ya hemos empezado pensando a medio plazo, me gustaría sencillamente poner en claro algunas ideas que el Movimiento ha aportado a esta cuestión. Son ideas nacidas y maduradas a lo largo de estos 25 años, durante los cuales os han conocido los más pobres y la gente de acción. Permitidme detenerme en este punto unos instantes.

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