Pongámonos ante estos hombres y estas mujeres, ante estas familias y este pueblo que encarnan la miseria de nuestro tiempo, herederos de los pobres que, hace dos mil años, se empujaban al paso de Jesucristo o se escondían por los caminos apartados fuera de las ciudades; herederos de los pobres que habitaban las leproserías y los hospitales de la Edad Media, o que se refugiaban al pie de los contrafuertes de las catedrales y, por último, herederos de las cortes de los milagros y de la población de la periferia y los barrios pobres de principios de nuestro siglo. Herederos que encontramos actualmente excluidos en la periferia de nuestras ciudades, en las ciudades basurero, rechazados en las viviendas más deterioradas de nuestros pueblos, o incluso aislados en lo más profundo de nuestras zonas rurales.
Pobres de los caminos apartados de nuestro tiempo, ¿qué es lo que nos revelan de Dios, de la fe en el Dios de los evangelios? Bajemos hasta este «bajo mundo», al hogar de la familia Beauchamp.
(…)
Descargar el texto completo
Leer Descargar